La amistad, como ha señalado Myriam Ben Salah, no es un estado estable. Al igual que las obras en esta exposición, la segunda entre MASA, con sede en la Ciudad de México, y Luhring Augustine, con sede en Nueva York, la amistad es una elección libremente tomada: lo que permite que los contornos del individuo y nuestros intereses distintos —ya sean institucionales o personales— abracen una identificación, incluso admiración o afecto, con alguien considerado distinto a uno mismo.

A través de tres salas del espacio histórico de MASA en la Ciudad de México, se instala un trío de combinaciones de artistas: Pipilotti Rist y Alma Allen; Eva LeWitt y Héctor Esrawe; y Diego Singh y Renata Petersen. Aunque hay afinidades entre las obras, los diálogos entre artistas de México y sus contrapartes internacionales son asociativos más que didácticos, y surgen encuentros inesperados entre idiosincrasias reconocibles. En el trabajo de Rist y Allen hay un compromiso compartido con visiones internas, conciencia colectiva y percepción extra-sensorial; un interés en traducir en lo material sueños que son a la vez fantásticos y familiares. De manera similar, tanto LeWitt como Esrawe existen en un espacio entre la ligereza y la arquitectura, manipulando materiales industriales en instalaciones en las que elementos granulares se expanden hacia una vista, un horizonte o un cosmos. La guadalajareña Renata Petersen y el argentino Diego Singh presentan aquí obras en medios completamente distintos —vidrio soplado y pintura, respectivamente— y, sin embargo, ambos abordan la figuración con opacidad, impregnando un espacio trascendental con una chispa libidinal, lo inconfundiblemente humano.